No puedo escribir los versos más tristes esta noche.
(pero tal vez, con algo de inspiración y alcohol en las venas,
sí pueda escribir los versos más ridículos).
Escribir por ejemplo: “la noche debe estar estrellada,
en algún lugar, en algún cielo que no es el nuestro”.
El viento es una ausencia gris, amarga y pegajosa.
Ahí afuera, en la jungla urbana, hoy abundan las moscas.
No puedo escribir los versos más tristes esta noche.
No puedo y además, me rehúso a creer que los versos más tristes
sean aquellos que versan sobre las ambivalencias del querer.
Que si a veces nos quisimos mucho, poquito o nada.
Que si hubo cuantos besos, abrazos y cielos infinitos.
Convengamos que ciertos lamentos en forma de verso
se parecen a una margarita deshojada con fútil sofisticación.
Porque no basta con amar los ojos, por más grandes que sean.
También hay que amar la forma que tienen de mirar.
No puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Aunque no deja de ser triste pensar que las personas puedan tenerse,
como quién tiene una casa, una sartén, un libro viejo o una resaca.
Escuchar el bullicio citadino, a cada instante más penetrante e intenso.
Y el verso cae como piedra al alma sin métrica, sin rima, sin arte ni oficio.
Qué importa que nadie me festeje ni me aplauda la fantochada.
Las frases se suceden unas a otras , e igual no dicen nada.
Eso es todo. A lo lejos seguramente pasan cosas. A lo lejos.
Mi alma se conforma con poco y canta como si a alguien le importara.
No puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pero tal vez con algo de dedicación y esfuerzo, si podría;
temas en verdad me sobran, pero me faltan las ganas.
El desamor, la soledad, la angustia, las dudas, los celos, el despecho:
qué pereza infinita me inunda el cuerpo de tan solo enumerarlos.
¿Cómo separar la duda existencial de la más meliflua cursilería?
Si somos o no somos los mismos, nosotros, las noches, los olivos.
¿Qué tanto debo desgarrar mi alma para entristecerte?¿y para que rías?
¿Qué tan corto debe ser el amor para ser amor? ¿Qué tan largo el olvido?
Nunca sabremos con certeza cuál será el último dolor: el futuro es incierto.
Y aunque ridículos, con algo suerte, éstos tampoco serán mis últimos versos.