A poco de llegar a destino. Apenas a unos kilómetros. Desde aquí escribo. Salí un poco más tarde de lo previsto, el viaje estuvo más o menos dentro de lo esperado, con algunas demoras, y ya apunto de llegar, me avisan que tendré que esperar en esta estación otro rato.
Este viaje decidí hacerlo yo. Todas las demás variables me son externas. El entorno, el mundo que me circunda, está complicado. Las variables de los cuándo y los cómo no puedo manejarlas; me someto – más o menos – a lo que ocurra.
Pero la decisión de hacer o no hacer este viaje, es decir, la variable primera y fundamental, fue mía. Y sí, imposible ignorar lo que todos sabemos: paros, falta de combustible, rutas cortadas, miedos, precauciones. Obstáculos. Dificultades.
Y aquí estoy, un poco tarde, pero a punto de llegar. Es cuestión de paciencia. De paciencia y de suerte. Y de estar atenta, de saber ver, escuchar, procesar rápidamente y decidir rápidamente llegado el momento. De buscar las mejores opciones ante cada modificación de la realidad, que se empecina a cambiar hora tras hora.
Falta poquito, poquito. En esta estación en medio de la nada, digamos que me queda un tiempo muerto como para sentarme a escribir cosas intrascendentes, como estas. Pero ya, en breve, llegará el momento de recuperar el tiempo perdido, de ponerse al día con aquello que este tiempo de viajes difíciles está retrasando. Y no habrá entonces más tiempo para tonteras….
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