Jugando, como cuando niños releíamos las paginas rosadas al final del diccionario, encontré una frase muy simple, muy corta, que se grabó en un instante y para siempre en mí. Estaba escrita como esas cosas que escribíamos cuando ciertas verdades nos iluminaban y nos oscurecían el alma. Un protocolo antiguo, una formula obsoleta, un gesto altruista y pretencioso. No recuerdo. Ni me importa. La hice mía por simple, por cierta, por clara, por oportuna. Por aparecer entre cientos o miles de frases en el momento exacto. Traducida y explicada. Una abreviación, tres letras, porque con eso basta. Aunque no sea una verdad universal, aunque sea refutable de mil modos. Una idea, un sentimiento, una consigna para bordar en el estandarte imaginario que protege y que inspira mis pasos, aunque no sepa donde voy.
( también se usa asi : S.V.B.E.E.V. )