Por una cosita de nada

Una cosa chiquita. Una cosita. Algo mínimo.
Una miguita de algo. O una gotita de algo.
O ni siquiera eso. El vestigio de una cosita.

Una insignificancia, en el lugar equivocado.
En el preciso y específico lugar equivocado.
Y todos mis demonios emergerán como demonios.

Con la violencia de un espasmo, desde mis entrañas.
Con la fuerza ascendente con la que estalla un volcán.
Fuera de toda proporción, reacción desmedida y letal.

Por una cosita de nada, o el recuerdo de alguna cosita,
De un algo que se haya quedado molestando en mi garganta.
Reaccionarán mis tripas, como una horda enloquecida y feroz.

Hilachas

A veces pasa. Llega un momento distinto a todos los demás momentos y de repente, así, como sin querer, todas las viejas sábanas que cubrían a los viejos fantasmas, caen como viejos trapos deshilachados.

Y resulta que bajo esos trapos no queda nada. Nada de nada. Nada que asuste, ni nada que conmueva. Nadie sabe, ante tal acto de magia repentina, si reír o llorar. Casi todos optan por una sonrisa leve, de esas sonrisas satisfechas, como de quien dice ¿Qué se le va a hacer?¡A otra cosa, mariposa!

(Ya vendrán otros fantasmas, nuevos, distintos, más puros, y posiblemente más significativos. Porque fantasmas siempre hay. El secreto está en espantarlos pronto, que no se queden, que no se instalen, que no se acostumbren a nosotros. Ni nosotros a ellos.)

Tal vez hoy

Tal vez hoy sea cuando.
No el único «cuando», porque los «cuando» siempre son muchos.
Tal vez hoy sea el «cuando».  O un «cuando» al menos.
Aunque no sea el primero, ni último, ni el más importante.

Tal vez hoy sea uno de esos días.
De esos días que no pasan sin pena ni gloria, aunque sean mínimas.
De esos hitos chiquitos, esas marcas de tiza en el camino.
Un día de esos, con fecha escrita con tinta indeleble en nuestra historia.

Tal vez hoy lo sea, tal vez no.
Esas cosas se saben después de un tiempo, mirando en retrospectiva.
Hoy, yo creo que sí lo será, pero es solo una creencia, un anhelo.
Prefiero creer que sí, y prefiero que las incógnitas sean meros detalles.

En simultaneo

El truco, tal vez, sea la simultaneidad.

Ser al mismo tiempo lo uno y lo otro, en un mismo instante.
No un rato cada cosa, no cambiar según las circunstancias,
sino serlo todo a la vez, incluso las circunstancias.

Ser el árbol firme que resiste frente a todas las tormentas;
y ser la hoja que se deja llevar, dócilmente, por el viento.
Y ser también el viento, el devenir de las cosas, el tiempo que pasa.

Ser la tierra donde se hunden las raíces de todo y ser las raíces,
Las que nacen, las que crecen, las que mueren y desaparecen.
Y el agua que las nutre y las moja, el agua que es todo y a veces falta.

Y ser nomas yo, mi memoria y la conciencia de mi misma;
mi unicidad, mis límites, mis nervios trenzados y hechos nudos;
mis pedazos de humanidad de carne y hueso. Y solo eso.

Al mismo tiempo, todo. Incluso aquello de ser y no ser. En simultaneo.

CaCO₃

El carbonato de calcio es un compuesto químico.
Un poco de calcio, tanto de carbono y unos oxígenos.
Organizados en estricta formación y proporción.
Pertenece, dicen, a la categoría de las oxosales.

Es una sustancia muy abundante en la naturaleza.
Casi todas las piedras lo tienen en alguna medida.
Es el principal componente de caparazones y esqueletos.
Las cáscaras de huevo son puro carbonato de calcio.

Es la causa principal del agua dura.

Es fundamental en la producción de vidrio y cemento.

Y también es fundamental para mi felicidad.

El otro payaso.

Con la convicción de que hacer reír es bueno, el payaso se consuela.

El fantasma del buen Garrik lo guía, lo invade, lo acompaña.

Ya no soporta hacerse el tonto, pero es lo que mejor funciona.
Ya no quiere seguir tropezándose a propósito con sus propios pies.
Ya está cansado de pintarse la cara de blanco y de tanta ridiculez.
Ya está harto de caer de cara en el pastel, una y otra y otra vez.

Pero el númerito del payaso listo no funciona aún del todo bien.
Al menor gesto de inteligencia los niños se asustan y  lloran.
Y los adultos fruncen el ceño, fruncen la nariz, y todo lo fruncible.
Porque también los adultos les temen a los payasos inteligentes.

Si no es de la desgracia ajena, parece, ya no saben de que reírse.

(y eso no está bien, nunca lo estuvo, nunca lo estará)

No. Nunca. Jamás.

Ni a propósito, ni por error.
De ninguna forma ni por ningún motivo.
Ni siquiera por puta casualidad.
Ni por lástima, ni por compasión siquiera.
Se apelen los medios a los que se apelen.
Ni por favor, si se los pidiera.
Ni por las causas primeras,
Ni por las razones últimas.
Ni para cumplir formalidades.
Ni para simular simpatías.
Ni si por las dudas ni si por tal vez.
Ni por curiosidad, por leve que sea.
Ni, definitivamente, por genuino interés.

Lo que mata

Lo que mata no es la humedad.

La humedad cansa, agota, deprime tal vez, pero no mata.

La humedad  hace crecer el musgo. Y el moho.

La humedad enferma, quizás, un poco. Pero no mata.

Casi nunca mata.

La humedad recrudece viejos dolores de huesos y cicatrices.

La humedad humedece.

La humedad, si persiste, moja. O empapa.

Pero lo que mata, lo que de verdad mata, es la ansiedad.

Deseos Meteorológicos

¡Que sí!

¡Que no!

¡Que caiga un chaparrón!

No, mejor no.

Que no caiga nada.

Ni una sola gota.

O si, que se suelte la lluvia.

De una vez.

De una buena vez.

Pero que se decida este clima loco.

¡Ya mismo!

Pirricidades.

Todas las victorias son pírricas.

Si tuviste una guerra.

Si ganaste una batalla.

Si venciste a un enemigo.

Si venciste, aunque sea fácilmente.

Si ganaste, aunque sea sin esfuerzo.

Si triunfaste, aunque sea sin un muerto.

Igual, ya perdiste mucho.

Fuego

Una chispa que no es llama, que no es hoguera,
que salta, vuela y se extingue en un solo gesto.
Una chispa etérea, fugaz como una estrella fugaz
que nunca – jamás – concede deseos,
pero los despierta, los incita, los eleva.
Una chispa que es todos los fuegos en su esencia.
Y a la que le basta iluminar un solo instante,
para espantar las sombras y develar el camino.

Días previos

Hay viajes que son así.
No todos, pero sí algunos.
Que empiezan mucho antes de empezar.
Éste será uno de esos.
Un viaje que empezó hace días.
Semanas. Meses. Tal vez hace años.
Empezó y ya está por empezar.
Ya casi, casi…..

El viaje de espera

Esperar viajando.
Esperar el gran viaje viajando.
Por ahi sirve.
La ansiedad.
De alguna forma hay que combatir la ansiedad.
Intentar un simulacro de naturalidad.
Hasta que ya sea inminente.
Hasta que ya no haya mas que hacer.
Hasta que llegue la hora de  abandonarse a la euforia.
Y volar.

Calor / otra espera.

36 grados. En medio de la nada. El río no bajó aún lo suficiente. No hay viento. No hay electricidad. Casi no hay agua. Y casi no hay aire para respirar. No hay sombra ni sol. Ni hay forma de irse de acá. Los animales jadean. Los humanos esperamos en silencio que llueva pronto. Que llueva ya. Y yo gasto lo que queda de batería en mi celular escribiendo esto. Hay que distraerse de alguna manera. Ya va a cambiar la cosa. En cualquier momento. O al menos, llagará la noche.

Sobre libros, palabras, deseos y olvidos

En el libro en cuestión, que no es un libro cualquiera,
ella le dice que su última orden, su último deseo, será que él la mate.

Dicen algunos que dicen que saben que, efectivamente, la mata.
Otros, que también dicen que saben, opinan que no.
Yo prefiero creer que ella pide que al final la olvide.

Porque olvidar es una forma de matar, y también de morir.
Casi siempre necesaria, muchas veces imprescindible.
Casi nunca deseable, pocas veces posible…

15 de diciembre 2009

Ya pasada la medianoche.
Escribo mientras espero
que sea la hora de ir a la estación.

Una vuelta mas. Un ir y un venir.
Y habrá terminado el año. Otro año mas.

Luego la vida continua.
Como si el universo este
nada supiera de calendarios.

Y sin embargo, esta vez
diciembre y enero marcarán
un antes y un después.

El momento

A veces parece que ha llegado el momento indicado.
El ahora o nunca, la hora del todo o nada.

El instante crucial en que un gesto, un palabra,
harán realmente la diferencia.

Como si el futuro de todas las cosas, de todo el universo,
dependiese de este mismísimo instante.

Y aunque no sea cierto en absoluto,
aunque no sea más que una sensación,
el temblor que genera la incertidumbre
sacude el alma desde lo más profundo.

Caminos y encrucijadas

Un camino que se abre en dos caminos.
Una bifurcación, casi una encrucijada.
Un caminante que llega hasta allí.
De nada le vale arrojar una moneda al aire.
Las opciones son, como mínimo, cuatro.
Y tal vez mucho mas que cuatro.
Definitivamente no es cuestión a cara o cruz.
Se detiene un segundo, sonríe. Y se consuela.
Lo sabe desde siempre, aunque recién se de cuenta.
Siempre las opciones han sido mas de dos.
A cada paso, a cada instante, en cada respiro.
Por mas recto y lineal que pareciera el camino.

Todos los caminos

Dicen que todos los caminos conducen a Roma.
Yo recorro caminos, kilómetro a kilómetro.
Ida y vuelta. Más lejos o más cerca. Siempre.
Y no voy a Roma, no me interesa Roma.
Y sin embargo siento (presiento) que me acerco,
mas allá de los circunstanciales destinos,
a lo que bien podría llamarse, mi propia Roma,
que busco y evito, sin saber a ciencia cierta
como es y si habré de reconocerla.
Sin saber, siquiera, si esa Roma existe.

Sus sonrisas

Volver a ver sus sonrisas pronto,
y sentir en cada rincón de su casa,
y en cada lugar por donde pasan,
su habitual brillo, su calor y energía.
Eso sería para mí una enorme alegría.
Y poder brindarles, en un abrazo,
toda la fuerza y la esperanza mia,
para vivir estos días…

La humedad

Dicen que lo que mata, es la humedad.
Pero hay humedades y humedades.
La humedad del beso que más se ansía.
La humedad del sexo compartido.
La humedad del sudor del cuerpo amando.
Esas humedades no matan ni hieren.
Humedades que son emoción destilada.
Sentimiento líquido que aflora y se mezcla.
O al menos lo intenta.

Días así

Y sí, a hay días así.
Días en que por alguna razón nos volvemos inmunes a la ironía.
Días en que los grandes dilemas parecen dejar de reclamar respuestas.
Días en que los mal amados demonios se toman franco sin aviso.
Días en que cualquier contradicción no es más que una circunstancia.
Y el alma se puebla de carcajadas sin razón y sin sentido.
Días en que las pocas certezas se vuelven irrefutables y suficientes.
Y el futuro se vislumbra límpido, calmo y eterno.
Como el cielo de una noche de verano en el campo.
Como el cielo de una siesta a fin del invierno.
Hay días así y hoy es un día de esos.

Irreversible

Cuando Humpty Dumpty
se cruza de imprevisto
en mi pensamiento,
se me hiela la sangre
y se me eriza la piel.
Como una señal, un aviso
de que algo preciado,
compartirá en breve
su irreversible destino
y estallará en pedazos
como Humpty Dumpty
al caer de la pared.

De metodologias y cosas así

¿Saber o no saber?

A veces es cuestión de tomarse el tiempo
y ponerse seriamente a investigar,
a estudiar, a observar atentamente y deducir.

Pero otras veces no.
Otras veces es cuestión de hacerse de valor,
respirar hondo y animarse a preguntar.

De preguntarle a la persona indicada.
Pero primero hay que sincerarse de una vez.
¿Preferimos saber o no saber?

(y hay que hacerlo a conciencia,
porque después no se puede olvidar a voluntad)

Descripción hematológica

Sangre que reclama sangre.
Sangre que quema las venas.
Sangre que sangra por la herida.
Sangre que corre en la arena.
Sangre que espanta y fascina.
Sangre que espera y exaspera.
Sangre que advierte y avisa.
Sangre que fluye, como la vida.

J’habite…

En la casa donde viven mis padres, en el departamento donde vivían mis abuelos, en el estudio que recién inauguramos y, de alguna manera, en el cafetería de la esquina.

En la habitación número cinco de las tres habitaciones de la intendencia de ninguna ciudad, en casi todas sus oficinas y también en el bar del lugar.

En la estación terminal, y en la otra, que es un poco más chica, y en aquella otra, que casi no existe. En todos esos lugares, y a veces también en otros. Y en los recorridos entre todos esos lugares. 

En las memorias de lo que fue. En los sueños de lo que podría ser. Y en casi todas las opciones intermedias.

Y también aquí. Y también en mí. Y también en vos.

Paseo subacuático

Bajo el agua, cuarenta y cinco segundos.
Con mucho esfuerzo, sesenta.
Aguantando la respiración, cada segundo parece un día.

Pero a pesar de las bellezas subacuáticas,
del disfrute de ese mundo sin gravedad,
a pesar de todo lo maravilloso,
cuando el aire falta comienza la desesperación.

Y hay que saber reconocer los propios límites.
Buscar la superficie antes de que sea demasiado tarde,
porque sino, la fiesta se termina para siempre.

( Y existen modos de prolongar el goce,
pero requieren un esfuerzo extra, que no siempre vale la pena)

La sed

En su penumbra inconsciente los demonios andan bramando de sed.
Sed de tiempo, sed de sangre latiendo, sed de verdad.
Sed de justicia instintiva, sed de una libertad que les está prohibida.
Los demonios son demasiado ingenuos para este mundo
Demasiado ingenuos, pero se niegan a creerlo.
Su malicia infantil los hace presa fácil de este lado de la vida.
Yo me armo de paciencia, trato inútilmente de explicarles.
Ellos me devuelven la mirada con sus ojos que son tan míos.
Acordamos una tregua. Pero la sed va mas allá de todas las razones.
La sed es la urgencia,  mi propia urgencia.
Y no se calma con palabras ni se sacia con pretextos de folletín.

El viaje de los nombres

Hacia años que ella era la mujer de la casa que estaba entre el terreno abandonado donde se erguía el árbol grande, y la casa del ahijado del dueño del viejo bar de la esquina, tres cuadras y media subiendo desde la plaza del segundo pueblo sobre la ruta que unía la ciudad con el mar, contando, claro está, desde la ciudad y no al revés.

Por eso, cuando él llegó a la estación y sus labios, en un mismo gesto iluminado, sonrieron y pronunciaron su nombre, ella dudó un instante, volvió mentalmente a un día ya lejano en un lugar distinto pero muy similar, se reconoció y supo, definitivamente, que todos los nombres, de todas las cosas, habían regresado con él.

Otra vez en viaje…

Un viaje que se parece a los viajes de rutina, pero no lo es. Y promete no ser un viaje simple. Empezó complicado… y todo augura que será mucho más largo que lo debiera. Pero a veces es así. No se llega a cualquier lugar en cualquier momento cuando se viaja de esta manera. Paciencia. Hoy por hoy, tiempo es lo único que tengo.

No podía no ofrecer otra oportunidad, negar un gesto de confianza.

(Hay cosas que debería saber ya. Yo prefiero optar por el beneficio que otorga la duda. Otra vez)

El equilibrista

Muy de repente recordó que entre lo uno y lo otro, solo dista un paso.

Y dados los acontecimientos,

ese paso bien podría ser el que está por dar.

Desde entonces ahí está, aún en el mismo lugar,

haciendo equilibrio sobre su pie izquierdo.

Estatua viviente que solo viaja con la mente y envejece.

Porque el tiempo pasa e indefectiblemente se acerca la muerte.

El cuerpo ya no resiste, ni resiste el alma (no todo se puede).

Y tiembla.

«Es el agotamiento» se dice, pero no es del todo cierto.

Es el temor ante la certeza de que llegará en breve el momento,

el instante fatal, la hora señalada, y no quedará otra opción.

Como decía una vieja canción: show must go on.

                                       (el show debe continuar)

Izena duen guzia omen da

Un tipo que conocí decía (citando a otro que no sé quien es o quien haya sido), que las cosas , si tienen nombre, existen. Debe haberlo realmente creído, porque lo repitió varias veces en una noche. Yo pienso que de alguna manera, el tipo este, tiene razón.

Sin embargo… ponerle nombre a las cosas y así darles existencia, es bastante simple y cotidiano. Lo difícil, me parece, es sacarle el nombre a algo, para que ya no exista.

Se lo planteé algún tiempo después, vía mail, pero nunca me contestó. No creo que haya dejado de existir, su nombre aun lo recuerdo.

Destino intermedio

Un desconocido que llega.

Un viajero en uno de los destinos de su viaje.

Una cena íntima entre amigos que no se conocen siquiera el nombre.

Una noche de verano en otoño, que se deja respirar.

Y las palabras y tal vez, las estrellas.

Una historia mínima, con todos sus detalles.

Un hombre que se va con su mochila al hombro.

Un desconocido que ya no será un desconocido nunca más.

Y las palabras y tal vez, las estrellas, aunque ya no sean tantas.

Why and why not

Ni preguntar por qué, ni preguntarse por que no.
Hay situaciones en que las respuestas son tan ambiguas,
que nos convencemos que es mejor ir viviendo
sin preguntar tanto, tanto todo el tiempo.

Pero la propia naturaleza nos acosa
con signos de interrogación a cada paso.
Y la ilusión de una vida sin respuestas,
sin excusas, sin causas ni consecuencias
se diluye sin más, con la salida del sol.

Este viaje

En breve, otra vez rumbo a la estación. Esta vez quisiera viajar en la dirección opuesta, aunque para ir donde quisiera estar, el camino más corto sería el que voy a tomar. Y sin embargo, seguiré con el plan de ruta que dibuje en mi agenda; la semana es demasiado corta, el año ya se termina.

(Tan simple se muestra la vida cuando se lo propone, que es imposible creer que a veces nos compliquemos tanto, tanto…)

¡Gracias!

A veces se pierde la costumbre de explicitarlo.

A veces no es más que un formalismo.

Pero hay gestos que no se pueden dejar de agradecer.

Veces en que decir simplemente muchas gracias parece insuficiente.

Gestos mínimos o grandes gestos, sutiles, vitales. No importa cuales.

Gracias, amigos, por el abrigo.

Gracias, amigos, por las sonrisas.

En affisch som lyder:

En affisch som lyder:
«Kommer att bli en lång väntan,
men kommer inte att vara för evigt»
Jag vet inte om det var ett löfte, en varning eller ett hot…
eller om det var en bön… eller en tröst.
Jag kunde bara le.
billiga filosofi från busstationen.
Tidsfristen var bara ett år.
Och sedan dess,
världen har nästan slutfört en halv varv runt solen.

El temblor

Algo como la furia, que no es la furia,
temblando al filo de los colmillos.

¿Dónde duerme la ira que brilla por su ausencia?
¿Dónde se esconde la sed de venganza?
¿Dónde está la tempestad redentora?
¿Y dónde está todo lo demás?
¿Es que acaso es tan grande el abismo?
¿Es que no era, acaso, solamente un paso?

Solo queda el sutil temblor del alma
cuando el temblor de los colmillos se apaga.

Para no olvidar

Para no olvidar, ni lo bueno ni lo malo.
Por eso, y tal vez por otros motivos menos serios,
ciertas coincidencias y también ciertas diferencias
se hicieron parte de mi rúbrica,
como si fuera una plegaria cotidiana
a la que se obligan mis dedos a rezar escribiendo
con absoluta premeditación y sin real conciencia.
Para recordar lo bueno y lo malo,
las preguntas que no quiero dejar de hacerme,
las respuestas posibles y probables,
las convicciones perdidas y encontradas,
los errores y los aciertos indefinidos como fueron…
Por eso, y tal vez por otros motivos menos serios,
prevengo el olvido con estos juegos arteros.
(trampas tendidas a mi misma donde siempre caigo,
hasta que algún día, finalmente, me venza el hartazgo)

Miedos

Hace tiempo que quiero escribir algo sobre el miedo.

No sobre el miedo repentino y esporádico ante peligros inminentes, más o menos concretos. No sobre el miedo que salva vidas, sino sobre el miedo que se hace forma de vida. El miedo de tener miedo por si las moscas…

Sobre eso quería escribir, pero no se me ocurre nada. Al menos hoy, ni una linea más que esta.

Palabras mágicas / db

Le pedí una palabra de emergencia.
Tuve mi palabra mágica. Sirvió.
No resolvió nada. No la pedí para eso.

Las palabras mágicas, como yo les digo, son para otra cosa.
Y no tienen nada de mágicas.
Dos veces las pedí. Dos veces allí estuvieron.

Estoy en deuda.

El circo

No sé cuantas veces fui a un circo. Yo recuerdo, con esfuerzo, haber ido solo una vez, cuando tenia tal vez seis o siete años. Tendría que haber prestado entonces mayor atención. Siempre hay de quien aprender cosas útiles. Después la vida fue requiriéndome habilidades de equilibrista, de malabarista; reclamándome payasadas e ilusiones varias. Tendría que haber prestado mas atención…

 

(sin embargo, dicen,
que el pobre Garrick sigue sin curarse,
pálido su rostro y la misma sonrisa pintada;
la mirada perdida quién sabe en qué,
el paso seguro, elegante y medido,
como si fuera haciendo equilibrio
en una eterna cuerda floja que nadie ve,
mientras va haciendo imposibles malabares
con los pedazos que quedan de lo que fue)

¡Ja!

Alguien lo recomendó por ahí. Y la verdad, está muy bueno.

Le insertás un texto, o la dirección de una pagina, y algún algoritmo mágico crea, medio como al azar, una «nube» con las palabras mas usadas. Podés modificar algunos parámetros: cantidad de palabras, fuente, color, orientaciones… pero el encanto de esto va más allá. Una belleza.

Entonces… ¡a jugar!  (y a conocernos un poco más)

http://wordle.net/

http://wordle.net/gallery?username=reg

(si se prenden a jugar un rato y dejan allí su nube, avisen….)

Bienaventurados….

Bienaventurados los que saben perfectamente lo que quieren, porque a ellos solo les resta ir tomando un par de decisiones.

Y para ello cuentan con una efectiva herramienta, un indicador, un parámetro, una simple pregunta:

– Para la consecución del objetivo propuesto ¿es la decisión adoptada beneficiosa o no?

Lo demás, como dicen, es anécdota.

Meme picture…

meme pic

1. Take a picture of yourself right now.
2. Don’t change your clothes, don’t fix your hair…just take a picture
3. Post that picture with NO editing.
4. Post these instructions with your picture.

Esos instantes

Seguramente no «LA VERDAD», así con mayúsculas; pero sí pedacitos de verdad y pequeñas verdades, a veces se revelan en los instantes menos imaginados: al ver caminar una arañita en la pared mientras tendemos la cama, al juntar un lápiz que se nos cayó en la oficina o al elegir un jabón de tocador en el supermercado. En cualquier momento, en cualquier lugar. La cuestión es darse cuenta, pero de alguna manera sucede. Ahí está el chispazo.

¿Y después? Después, la vida continúa.

Rosa de los vientos

Tengo una brújula cuyo norte siempre apunta al sur. Y otra que indica el norte en direcciones distintas cada vez. Ambas me sirven a pesar de todo. La primera me sirve para orientarme, aunque deba hacer el esfuerzo extra de invertir la brújula en mi cabeza. La segunda, para que recuerde que es un error confiar ciegamente, incluso en una brújula…

«La Feliz»

A esta ciudad le dicen «La Feliz». Esta ciudad a orillas del mar se parece a una sirena que enamora (y enloquece) con su canto mortal. Le dicen «La Feliz»; mucha gente parece caminar sonriendo a pesar del frío. En verano dicen que se nota mucho más. Igual, hay muchos que no sonríen. Debe ser una cuestión de marketing nomas…

Cuando el tiempo deja de contarse en años, y se empiezan a contar los meses…

Cuando dejan de contarse los meses, para contar las semanas…

Cuando no importan las semanas sino los días…

Cuando llega el momento finalmente de contar las horas…

Entonces es cuando se pierde la noción del tiempo, del espacio.

Y la espera es pura y netamente una espera.

Una realidad en si misma, un solo respiro…

Más esperas

En algo se parecen cada una de las estaciones de autobús. Las grandes y las pequeñas. Las modernas y las antiguas. Las muy concurridas y las casi desiertas.  Las conocidas y las desconocidas.
Y en algo se diferencian también, incluso de sí mismas, en cada ocasión.  Y no, no me refiero a los parecidos y las diferencias obvias, físicas, externas, funcionales. Es otra cosa, algo que se gesta en la mirada de cada persona. Algo que tiene que ver con el antes y el después de ese momento; el momento siempre presentísimo de las esperas en la estación…