A veces pasa: un par de días de niebla densa al año. Niebla que borra al paisaje, incluso pasado el mediodía. Estos han sido días de esos. Conozco el paisaje que me rodea. Sé que las cosas están allí, pero no puedo verlas, a pesar de tanta luz. Un manto gris y brillante engulle cielo, río, horizonte, islas, edificios, árboles, coches, gente. Todo. Sé que están allí, pero pareciera que no estuvieran. La mente y los sentidos se contradicen y generan una extraña inquietud. Con saber, con entender, no basta. Pero no hay mucho más que hacer que esperar que se disipe la niebla. Y disfrutar del paisaje / no paisaje atípico que el día nos brinda. Tiene su encanto. Sí que lo tiene.