Otra vez julio, y después, otra vez agosto. Siempre así. La vida parece una colección de ciclos sobre ciclos sobre ciclos. Y no lo es.
Cuando viajo, voy siempre al mismo lugar y siempre vuelvo al mismo lugar. Pero los lugares no son los mismos, no son exactamente los mismos.
Hay quien diría que yo no soy la misma tampoco; que para atrás en la vida no se vuelve, que la cosa es más bien lineal.
Pero no una línea recta, aunque a veces lo parezca. Siempre hay oscilaciones, mínimas o no tan mínimas.
Oscilaciones y giros en espiral; firuletes impredecibles, trazos seguros y firmes, o temblorosos y tímidos, dibujados con tinta indeleble en el multidimensional lienzo existencial.
Líneas que se cruzan, vidas que se cruzan, se acercan, se acompañan, se alejan o no se encuentran jamás. Líneas que nos transforman en artistas involuntarios de esta obra, tan colectiva, tan infinita, tan de nunca acabar….