Y sí, a hay días así.
Días en que por alguna razón nos volvemos inmunes a la ironía.
Días en que los grandes dilemas parecen dejar de reclamar respuestas.
Días en que los mal amados demonios se toman franco sin aviso.
Días en que cualquier contradicción no es más que una circunstancia.
Y el alma se puebla de carcajadas sin razón y sin sentido.
Días en que las pocas certezas se vuelven irrefutables y suficientes.
Y el futuro se vislumbra límpido, calmo y eterno.
Como el cielo de una noche de verano en el campo.
Como el cielo de una siesta a fin del invierno.
Hay días así y hoy es un día de esos.