Una cosa chiquita. Una cosita. Algo mínimo.
Una miguita de algo. O una gotita de algo.
O ni siquiera eso. El vestigio de una cosita.
Una insignificancia, en el lugar equivocado.
En el preciso y específico lugar equivocado.
Y todos mis demonios emergerán como demonios.
Con la violencia de un espasmo, desde mis entrañas.
Con la fuerza ascendente con la que estalla un volcán.
Fuera de toda proporción, reacción desmedida y letal.
Por una cosita de nada, o el recuerdo de alguna cosita,
De un algo que se haya quedado molestando en mi garganta.
Reaccionarán mis tripas, como una horda enloquecida y feroz.
Nunca imaginé escuchar el ronco bramar de un volcán, pero dudo que sea tan fuerte como esas respuestas a esas cositas de nada que he visto en los últimos días…