Cuando viajo llevo siempre a los poetas en mi bolso de mano. Los artistas de la palabras, los de hoy y los de antes. Del Dante a Sabina. ¿Quién diría? Pero siempre me les resisto. Ahí quedan, me duermo, los evito y me escapo.
Pero hoy me toco viajar de día. Y es un día muy de verano, de viaje lento, largo y caluroso. Cedí a la tentación de sus versos y se resquebrajaron mis corazas. No hay donde escapar en un autobús sino es al mundo de los sueños, que hoy, justo hoy, me negó la entrada. Y ahí estaba yo conmigo, a flor de piel.
(y una sola lágrima emocionada, que no tuvo la decencia de caer)