Transmutar la hiel en miel,
en un abrir y cerrar de ojos,
es un proceso de alta alquimia;
tan difícil (o más difícil)
que convertir en oro
tristes ídolos de barro.
Pero crear una ilusión convincente,
es realmente mucho más sencillo:
tres palabras elegantes y un abracadabra,
un par de lecciones de química barata,
y una sonrisa a prueba de todo.
¡Listo para consumir!
El milagro instantáneo
que reclama la manada,
tan sedienta que está de fe,
e indulgencias varias.
(sin embargo,
de esta falsa miel no comen las hormigas,
no hay truco, magia ni poder divino
que disimule ciertas amarguras)