La medusa lleva luto blanco en la cabeza.
Mil cicatrices orgullosas de otras tantas tristezas gozadas.
Con amor y un hierro candente, cegó las serpientes de su mente,
con la esperanza ser, finalmente, mas inofensiva y mas sabia.
También, por precaución tal vez innecesaria,
vendó sus propios ojos con la suave tela que hila la confianza.
Viuda de una muerte de la que de vez en cuando si se vuelve,
va sonriendo sobre caminos siempre inciertos.
Sin días y sin noches, el pasado, el presente y el futuro
son tan solo un largo presente continuo, sin nostalgias ni ansiedades.
Va bien dispuesta a vivir viviendo la vida
y a dejarse sorprender, si la ocasión lo amerita.