Horfandades

Las llaves huérfanas,
sin cerradura madre ni nombre conocido,
se multiplican en los rincones.

Solas o agrupadas en anónimos manojos,
sin voz para denunciar su destino,
sin poder ser más que lo son:
inútiles llaves, aún sanas y fuertes,
patinadas por el tiempo y el olvido.

Esas llaves perdidas y reencontradas
siempre tarde, siempre demasiado tarde,
ya sin nada que abrir ni nada que cerrar.

Templadas y fieles guardianas de la nada.
Difíciles de destruir y difíciles de desechar.
Lo han perdido todo, salvo la entereza. 

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