Reconciliación obligatoria

Yo sé que les debo. Sé cuánto les debo. Es mucho. La deuda de años acumulada, todas las horas y todas las palabras que les negué porque estaba ocupada en otras cosas.

Tal vez quise creer que habían migrado para siempre a alguna profundidad insondable de mi alma, donde jamás podría encontrarlos de nuevo. Pero resulta que estaban ahí nomas, donde siempre, bien cerquita de la superficie. Masticando y digiriendo la realidad más cruda para mí, y para mis cachorros. En silencio, han sido de los padrinos más maravillosos. El miedo, las inseguridades, las dudas han llegado a nosotros digeridos, como si no fueran más que una masa o plastilina con la que jugar, con la que armar cuentos nuevos, castillos imposibles y divertidos monstruos de colores, con dientes, narices, orejas, cuernos y ojos, muchos ojos.

Mis pequeños demonios recuerdan el oficio de escribir; puedo pedirles y ellos responden, como si de las Mil y una noches se tratara, con un cuento nuevo cada vez. Su pericia no los enorgullece. Saben que hay algo que falta, que hay una fibra que rascar, que bajo la costra todavía hay una herida que sangra. Saben que ni siquiera va a dolerme. Saben que no va a dolernos, ni va a matarnos. Saben que hay que rascar y dejan fluir. Pero saben también que eso va pasar cuando sea su momento, y hasta entonces, solo hay que esperar. Mientras tanto, renegociaremos mi deuda. La iré pagando, en cómodas cuotas, letra por letra, a mi ritmo y como pueda.

Un pensamiento en “Reconciliación obligatoria

  1. Avatar de Desconocido Anónimo dice:

    Sabiendo que la reconciliación es interna, que los actores son tuyos propios y eso… Acá desde afuerita estamos muy contentos de que se esté produciendo y seguimos a la espera de más nuevas muestras.

    (¿que quiénes nosotros? Pues…. ¿Nuestras majestades? 😉)

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