El árbol está medio muerto. Literalmente.
Medio árbol está indudablemente muerto.
Y la otra mitad está como apestada.
Y sin embargo…
Hace unos días, el durazno dio una flor.
Pequeña y rosada, pálida, casi blanca.
En la rama desnuda, una sola flor.
Brillaba como una luna, como un sol.
Después llegaron otras flores, algunas pocas.
Y algunas tímidas hojas verdes, muy verdes.
Medio árbol sigue irremediablemente muerto.
Pero la otra mitad mantiene viva la esperanza.
Y por esta temporada (al menos)
lo ha salvado del hachazo final.