Muy de repente recordó que entre lo uno y lo otro, solo dista un paso.
Y dados los acontecimientos,
ese paso bien podría ser el que está por dar.
Desde entonces ahí está, aún en el mismo lugar,
haciendo equilibrio sobre su pie izquierdo.
Estatua viviente que solo viaja con la mente y envejece.
Porque el tiempo pasa e indefectiblemente se acerca la muerte.
El cuerpo ya no resiste, ni resiste el alma (no todo se puede).
Y tiembla.
«Es el agotamiento» se dice, pero no es del todo cierto.
Es el temor ante la certeza de que llegará en breve el momento,
el instante fatal, la hora señalada, y no quedará otra opción.
Como decía una vieja canción: show must go on.
(el show debe continuar)