Lucha Libre

En esta esquina, mis pequeños y queridos demonios de siempre.
Y en la esquina contraria, mis nunca bien ponderados fantasmas.

Yo los reconozco, a todos, aunque cambien sus máscaras.
Aunque cambien sus disfraces, sus nombres y sus tácticas.
Algunos pocos se han retirado y muy pocos se han incorporado.
Pero en general, siempre son los mismos, siempre lo han sido.

Algunos la hacen preferentemente de buenos, los otros de malos.
Pero en realidad, esto no es más que un show bien concertado.
Una coreografía imposible sin la buena voluntad de ambas partes.
Una lucha simbólica, una danza ritual, pero no por eso menos real.

Yo soy quien observa, quien apuesta y quien levanta las apuestas.
Y también soy el relator, el presentador, el arbitro y los jueces.
Soy quien entrena a ambos bandos, quien les da nombre y forma.
También soy el ring donde se lucha, la lona y las cuerdas.
Soy el premio, soy el sudor y soy la sangre que se derrama.

Porque, a pesar de todo, también hay sangre que se derrama.
A veces, no siempre, pero a veces pasa. Un poquito, nada más.

¿algo que decir? aquí es donde.

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