Cavilaciones

Que lo hecho, hecho está. no caben dudas al respecto.
Y que si resultó como se esperaba, mucho mejor.
Y que si las cosas fueron como fueron;
y las previsiones preliminares, suficientemente analizadas;
y los riesgos posibles, debidamente sopesados;
y las precauciones necesarias, seriamente tomadas;
y las elecciones tomadas, sabiamente dispuestas;
y las acciones correspondientes, firmemente ejecutadas;
y los imprevistos ineludibles,  consecuentemente resueltos;
y las consecuencias previstas, dignamente asumidas;
entonces, bien se podría estar medianamente conforme.
Y sin embargo vuelven entre sueños ciertas cavilaciones,
incertidumbres e hipótesis proscriptas sobre un pasado que no fue.
Que lo hecho, hecho está, no caben dudas al respecto.
Pero de ahí en más, cualquier aseveración es cuestionable.

Sobre pedir deseos. Sobre no pedirlos.

Pasó fin de año. Empezó un año nuevo. En  el momento, bastó con desear con que sea un buen año para todos. Así, en forma genérica.. La cosa no daba para más. Todo el esfuerzo se fue en tratar de que el deseo sea sincero, naciera de lo profundo y no se convirtiera en una fórmula de salutación tradicional. Luego ya vendrían unos días de calma como para pensarlo mejor. ¿Cómo fue este año que pasó? ¿Cómo será este que recién empieza?

Y de repente, llegó otra vez uno de esos momentos donde tradicionalmente se piden deseos. Esta vez, un poco mas personal, el día de mi cumpleaños. Cualquiera diría que tiempo para pensar y reflexionar tuve de sobra. Y en realidad, tuve suficiente; aunque nunca sea realmente suficiente.

Llegó el momento de pedir los tres deseos. Pero este año, tal vez por primera vez en 32 años, no hubo torta de cumpleaños, ni velitas, aunque hubo festejos. No pedí ningún deseo. Renuncié a ese privilegio hace más de una década. No es que no desee cosas, que no tenga anhelos. Es que no sé pedirlos. No sé como ni sé a quien. Podrán acusarme de que soy una mujer falta de fé, pero no lo soy. Al menos optimismo no me falta.

¿Y si pudiera pedir solo un deseo, con absoluta garantía de que se va a cumplir en tiempo y forma? No sabría que pedir. A cada deseo se le interponen muchas objeciones – técnicas, prácticas, teóricas, éticas – que no los hacen merecedores de tan única oportunidad.

Y después, está este tema de la decepción.

Y está la cuestión ineludible de la comodidad de desear aquello que difícilmente lograríamos por nuestra propia cuenta (si nos atreviéramos), y que por lo tanto deseamos que se cumpla por si mismo.

Y está esa dificultad enorme de pedirle ayuda a las personas que pueden ayudarnos a la hora de cumplir deseos propios y ajenos.

Y está el tema de éste profundo sentir que la vida me ha brindado tanto, que pedir algo mas, si de pedir se tratara, sería un abuso.

Y está esta cuestión de que algún día, tal vez, puede haber un deseo más seriamente deseado que cualquier otro deseo. Y si de desear se trata, prefiero tener mi cuenta habilitada para entonces.

Por eso no pido deseos cuando cumplo años. Ni cuando veo una estrella fugaz.

 

De busquedas y afines

«Si disfruta del silencio y la quietud, entonces, es piedra. Incluso si respira», dijeron las piedras. Y ahí se quedó, mirando el infinito desde lo alto de la montaña por un tiempo. Luego bajó al bosque.
«Si tiene raíces que lo unen a la tierra, y de ella se nutre, es árbol. Aunque sus raíces sean etéreas y camine sobre la faz de la tierra», dictaminó el árbol más viejo entre los árboles. Con los árboles se quedó sintiendo el viento y luego se marchó.
«Si necesita el sol y lo venera, es lagarto aunque su sangre sea tanto más caliente», concluyeron seriamente los saurios.
«Si es esencialmente agua y depende de ella para existir, es pez, aunque no pueda respirar en ella», concordaron los peces.
«Si sueña con volar, entonces es ave, aunque no vuele más que en sueños», sentenciaron las aves sin dudarlo un instante.
«Si nació respirando y bebió la leche de su madre, es parte de la manada, aunque sus formas sean otras», afirmó la loba madre.
«Si no piensa igual que yo, no pertenece a este lugar, aunque sea tan humano», repitieron muchas veces los humanos en un lugar y en otro y en otro.
«Si no cree en lo que creo, no es de los mios»
«Si no viste como visto, si no habla la lengua que hablo, si no duerme a la hora que yo duermo…»
entre los humanos la cosa se hizo mas complicada, pero no imposible.
Después de todo, lo que buscaba lo encontró entre ellos.
Y entre ellos fundó finalmente su hogar.

Un largo y mínimo instante…

Una idea, un sentimiento, una sensación, todo en un instante.
La síntesis más clara de un montón de ideas vagas con las que jugaba desde hace años, de sentimientos inciertos que vislumbraba de vez en cuando. Ninguna verdad universal. Más bien, todo lo contrario. Algo que involucra parte de mi historia y que llega a mi presente.  Y que tiene que ver con las personas mas cercanas y queridas. Y mucho más con las personas amadas. Que tiene que ver con actitudes, con creencias, con sentimientos, con acciones, con ideas y con ideales.
Un instante que llena de claridad e incertidumbre. De esos que te hacen sonreír en la oscuridad aunque nadie te vea. Y te saca unas lágrimas de esas que no duelen en absoluto. Uno de esos instantes que no cambian nada hacia atrás… pero que no pueden no afectar, aunque sea muy mínimamente, el futuro. Porque no pueden olvidarse ni ignorarse. No una revelación ni una visión. Posiblemente, una tontera. Una idea bella, en un momento especial.
¿Qué importa que relevancia tenga? Una buena experiencia, sin duda. Las ideas bellas, cuando llegan así, sin que se las busque conscientemente, y emocionan, siempre valen la pena. y si además ayudan a reconocer y reafirmar los lazos que nos unen, tanto mejor.

Fin de año

Este hubiese sido un buen momento para que cada uno de nosotros se tomara un tiempo para sí mismo, para la reflexión introspectiva y el balance existencial.

Este hubiese sido un buen momento, sino fuera…

… que las inclemencias climáticas nos agobian;

… que los preparativos de las fiestas nos estresan;

… que las comidas y bebidas de las fiestas nos enferman;

… que las obligaciones de las fiestas nos sofocan;

… que las ausencias en las fiestas aún nos angustian;

… que las convenciones sociales nos presionan;

… que la crisis económica nos preocupa;

… que la exigencia laboral nos agota;

… que el cansancio de todo un año nos aplasta;

… que el cuerpo se resiente;

… que la mente se resiste;

… que el corazón tal vez no se sienta lo suficientemente fuerte para soportar reflexiones introspectivas ni balances existenciales.

Sino fuera por estos detallecitos, mínimos, intrascendentes, veniales, este hubiese sido un momento más que adecuado.

Pero bueno, el momento ya llegará. Una, dos, diez veces en al año o en la vida. Ya llegará y será provechoso, sin duda.

Hasta entonces, hay que seguir viviendo.
Viviendo y disfrutando de cada día, que así la cosa tampoco esta tan mal.

(y quien sabe, tal vez para hallar la paz y la felicidad, o al menos la tranquilidad y la alegría, a veces basta con cambiar de perspectiva sobre esos detallecitos insignificantes…)

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Un fuerte y sincero abrazo, un beso para cada uno, mis mejores deseos,

                                          ¡Feliz fin del 2008 y muy feliz 2009!

                                                                                   REG

Oportunidades

La oportunidad estuvo ahí. Tal vez no pude, tal vez no supe. O tal vez no quise aprovecharla al cien por ciento. ¿Qué más da?

La oportunidad estaba ahí. Y al día siguiente ya no estaba. Y al día siguiente la vida continuaba como continúan en general las vidas: como pueden.

Algunas oportunidades simplemente se dan. Otras hay que buscarlas con insistencia. A veces se plantean sumamente simples y accesibles. Otras veces apenas se vislumbran y parecen casi imposibles.

Por definición, casi se diría que las oportunidades en si, cada una y con su necesario contexto, son irrepetibles. Dicen también que llegado el momento no hay que dudar. Que las oportunidades suelen ser fugaces.

Y debe ser que dude. O no pude. O no supe. O no quise.
Hoy, tanto tiempo después, yo me pregunto: ¿qué más da?

Evolución – involución

Vamos perdiendo las muelas del juicio,
el fino olfato, el oído agudo,
y el filo histórico de los colmillos.
¿Cómo he de saber, amor, si no puedo ya morder,
que corre aún la tibia sangre bajo tu piel?

Miedos

Hace tiempo que quiero escribir algo sobre el miedo.

No sobre el miedo repentino y esporádico ante peligros inminentes, más o menos concretos. No sobre el miedo que salva vidas, sino sobre el miedo que se hace forma de vida. El miedo de tener miedo por si las moscas…

Sobre eso quería escribir, pero no se me ocurre nada. Al menos hoy, ni una linea más que esta.

Temas trascendentales

– Crees? – me preguntaron.
– Creo que es posible que sí, pero creo, también, que debemos ir por la vida como si no – contesté.

Fue el inicio de una noche larga, muy larga.

«Elige…»

De visita en casa de un amigo vi uno en el estante de más abajo de la biblioteca. Yo tenía un par en casa. Era un libro de la colección «ELIGE TU PROPIA AVENTURA». Una colección de aventuras infanto juveniles de finales múltiples que en cada página o cada dos páginas, se te presentaban dos o tres opciones. Un libro impreso interactivo, por decirlo de algún modo.
Pero a pesar de ser para niños, muchos de los finales, tal vez la mitad, terminaban mal: o te morías, o te perdías, o ibas preso… vos o tus compañeros o familiares. Así de crudo podía ser.
Otros finales eran finales sin pena ni gloria, Y apenas uno o dos eran realmente los satisfactorios.
A veces, a la hora de decidir, se premiaba la sensatez, la valentía, la prudencia, la sabiduría o la ética. Pero a veces las elecciones basadas, justamente, en la sensatez, la valentía, la prudencia, la sabiduría o la ética no llevaban a buen puerto. Y generalmente había que simplemente elegir al azar.
De una manera muy rudimentaria, estos libros te enseñaban a ver que las decisiones eran importantes, que no todo era lo mismo, que a veces acarreaban tragedias. Por suerte, eran pura ficción y siempre tenías la opción de volver atrás y empezar de nuevo (lo cual era, sin duda, muy aburrido). Pero con la práctica, se iba identificando cuales eran las páginas donde estaban las decisiones primordiales, y con regresar hasta allí bastaba para reemprender la búsqueda de un final mejor.
La vida no nos da esa chance. No se puede volver atrás. Se pueden tomar nuevas decisiones tratando de revertir las consecuencias de un accionar anterior; pero lo que pasó, pasó.
Nos guste o no, como en el libro, tenemos que elegir a cada instante. La mayor parte de las veces, decisiones a simple vista intrascendentes, que efectuamos en forma casi automática; otras, absolutamente trascendentales. A esas, en general, les rehuimos un poco. Y sin embargo, escapar no es más que una opción más y al final nos damos cuenta que no se puede estar siempre escapando.

Bienaventurados….

Bienaventurados los que saben perfectamente lo que quieren, porque a ellos solo les resta ir tomando un par de decisiones.

Y para ello cuentan con una efectiva herramienta, un indicador, un parámetro, una simple pregunta:

– Para la consecución del objetivo propuesto ¿es la decisión adoptada beneficiosa o no?

Lo demás, como dicen, es anécdota.

Palabras

Dos palabras, una frase, un contexto.

(Nunca el mismo, pero siempre similar).

Una aseveración que, tácitamente, exige otra, igual y contraria.

Y la exigencia que se cumple.

Con dos palabras que quieren decir lo mismo.

Pero con palabras distintas.

Y con palabras distintas quieren decir lo mismo, pero no lo dicen.

Tampoco lo niegan, pero parece.

Dos palabras que cuando las escucho me tensan los músculos.

Me erizan la piel.

Dos palabras que tornan mi sangre en sangre de lobo de la estepa.

Dos palabras que no me gusta escuchar.

Mucho menos cuando las pronuncia mi boca.

Esos instantes

Seguramente no «LA VERDAD», así con mayúsculas; pero sí pedacitos de verdad y pequeñas verdades, a veces se revelan en los instantes menos imaginados: al ver caminar una arañita en la pared mientras tendemos la cama, al juntar un lápiz que se nos cayó en la oficina o al elegir un jabón de tocador en el supermercado. En cualquier momento, en cualquier lugar. La cuestión es darse cuenta, pero de alguna manera sucede. Ahí está el chispazo.

¿Y después? Después, la vida continúa.

Rules?

Your rules?
Lo siento, la vida no es una mano de Mao, no la mía al menos.
El silencio no es, ni nunca será, la regla por defecto.
Y las reglas nuevas solo valen para quien las pone, cuanto mucho.

Rosa de los vientos

Tengo una brújula cuyo norte siempre apunta al sur. Y otra que indica el norte en direcciones distintas cada vez. Ambas me sirven a pesar de todo. La primera me sirve para orientarme, aunque deba hacer el esfuerzo extra de invertir la brújula en mi cabeza. La segunda, para que recuerde que es un error confiar ciegamente, incluso en una brújula…

Subjetividades

¿qué escalas para que criterios?

¿qué criterios para decidir que cosas?

¿cuál es el punto medio, la referencia?

¿cuántos cientos de escalas, cuántos miles?

¿qué tan adaptables a nuestros deseos?

¿qué tan flexibles ante la critica?

¿qué tan compatibles con las demás?

¿qué tan justificadas ante nuestra conciencia?

¿qué tan creíbles? ¿qué tan creídas?

¿qué tan enraizadas?¿qué tan enmohecidas?

¿cuánta energía demanda el simulacro de paz
para nuestra conciencia, para nuestro corazón?

¿cuánto esfuerzo?

¿valdrá la pena?

Coming soon!

«To be OR/AND not to be.
To believe OR/AND not to believe.
The funny way of living this life without answers»

¿Quién cree?

Dice Wikipedia:
«Una profecía es una afirmación clarividente sobre el futuro, en general. Sin embargo, hay una diferencia entre profecía y predicción: una predicción es una afirmación que se utiliza para reforzar una teoría de acuerdo a un proceso lógico, mientras que una profecía no está ligada a un razonamiento en la previsión del resultado predicho y su inspiración es de origen divino.»

Bueno, yo no creo en profecías, pero antes de tener un año no podía negarme a que me llevaran con una señora que argumentó un montón de profecías/predicciones a raíz de mi carta astral. Por unos no tan módicos pesos, obviamente. Mi madre no era muy entusiasta del asunto, pero por congraciarse con la nueva familia, aceptó.

Y ahí quedó todo registrado en un casete negro, hasta que un día, hace como 20 años, ese casete fue regrabado con música de la radio. Buscaba en que grabar y encontré un casete no identificado, donde una tipa hablaba cosas raras con un acento raro. Como no era nada que me pareciera que pudiera interesarle a mis padres, le puse una cintita y se transformó en algo así como un casete virgen.

La fiebre de grabar música de la radio me duró, creo, ese solo día. Pero ese día desaparecieron los famosos designios, dando lugar a temas musicales de moda de finales de los ochenta.

Claro, yo me enteré más de una década después, cuando ocasionalmente mi madre dijo que la señora aquella en algo le había acertado. Ahí requerí un poco más de información sobre el suceso. Pero apenas si me tiraron una linea o dos. No había sido un hecho tan trascendente como para quedarse en la memoria de mi progenitora. O por algún motivo, ella no quiso pasarme la versión completa.

La desacredito al decir que la tipa le había profetizado una sola hija y ella ya estaba embarazada de mi hermano… y al final fuimos cuatro hermanitos.

La cuestión es que de la única cosa que se acordaba bastante bien mamá, nunca se había dado en mi vida, ni por asomo. Y de repente, un día, las condiciones sí se dieron. Apenas como una posibilidad, o menos que eso.

Entonces yo, ya advertida que la cuestión traería (tal vez) grandes pesares ¿cómo actúo? ¿dejo que las cosas sean? ¿trato de evitarlas? ¿me confío, contra mi costumbre, en que las cosas se sucederán de cualquier modo? ¿las fuerzo solo para demostrar que la mujer aquella estaba equivocada?

Por suerte, ando enredada en otros varios temas, algunos muy importantes para mi hoy, de toda índole. Muy propios, muy míos y que tienen toda la prioridad en lo que se refiere a atención, dedicación y energías… y mucho más.

Concejo consultivo

Y sí, a veces dudo. Dudo de mi criterio. Claro, imposible evitar que sea subjetivo, aunque sea levemente subjetivo. Pero puede ser que la subjetividad no solo lo manche, sino que lo empape, lo sature.

Entonces busco a mi alrededor a la gente mas diversa. Y consulto. A la familia, a amigos cercanos, a meros conocidos y a desconocidos; jóvenes y viejos, hombres y mujeres, de costumbres, historias, ideologías diferentes.

Obviamente, no son cuestiones técnicas; ahí consulto a los expertos. Más bien, cuando se trata de esas cosas de la vida, que por ahí exigen que una adopte una posición determinada.

Porque puede ser que una tenga miedo de ser demasiado….¿injusta? ¿severa? ¿escéptica?¿ingenua? ¿idealista?

Bueno, preguntar no es pecado. Sé que aunque consulte a diez o a cien, no tengo garantías de nada. No hay verdades absolutas en estas cosas. Pero todo ayuda.

Y esta vez yo creía que era una insensatez, por decirlo suavemente. Y los demás también.

Conversaciones frente al hogar

Decía una amiga mía, a quien aprecio mucho y con quien hubiese querido compartir muchas mas horas de lo que realmente compartí, que lo importante es querer, es la voluntad.
La última noche antes del regreso a su ciudad natal, nos quedamos hablando junto al fuego del hogar, tomando un te de cedrón o algo así.
Ella nos contaba de su épocas de colegiala y universitaria allá en su país.

Decía que para lograr algo, se necesitaban tres o cuatro cosas. Voluntad, dinero y tiempo. Que el dinero de alguna forma se conseguía, aunque fuera vendiendo sándwiches de pan duro y mayonesa en las madrugadas de algún festival. Que siempre se tiene algo no imprescindible que otro quiere comprar y se puede hasta malvender, que siempre se puede renunciar a algún gusto para lo que se estaba ahorrando, que lo importante era realmente querer.

Decía también que el tiempo no es más que de uno, aunque lo haya hipotecado, aunque lo haya comprometido. Que disponer de nuestro propio tiempo era una cuestión de estar dispuestos a levantar esa hipoteca; que en realidad, lo importante,era querer. Que lo importante era saber lo que se anhela, y saber que tanto se deseaba algo. Que después de eso, todo era cuestión de ser ordenados y metódicos. De tener las ideas claras.

Lastima que esa charla, llena de ejemplos, llena de risas, fue la última noche. Fue esclarecedora. Ojalá tengamos oportunidad de otras muchas charlas como esas.

Y aprovecho este medio para dejarle mis cariños a esa persona. Los tiempos y la vida que compartimos fueron muy particulares. Como sea, queda y quedará en mi recuerdo, eso sin duda. Y ademas queda entre mis contactos. Bienaventurado este medio que acorta las distancias entre quienes se quieren.

Amiga: buena suerte y hasta pronto.

Influencias

En parte será la personalidad de cada uno, pero no se pasa por la vida de forma impoluta; y lo que nos rodea, nos marca.

Será que tanto escuchar eso de «less is more» que enunciaba Mies, hizo su marca en mí. No solo como un precepto de arquitectura, sino como una filosofía para la vida en general.Aquello de «form follows function», o el manifiesto de  Loos «Ornament und Verbrechen».

Será la época que me toco vivir, el entorno, la familia, los libros que leí.

Pero bueno, al fin y al cabo, somos humanos  –  excusa válida, pero de la que mucho se abusa – y también yo caigo, de vez en cuando, en la cursilería verborrágica creyendo, inocentemente, embellecer lo que debería ser (es?) absolutamente bello en sí mismo.

Craso error. ¿Disfrutable? Sí, pero peligroso.

Visto / leído por ahí…

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 Ser libre es no tener que mentirle a nadie.

s. v. v.

Jugando, como cuando niños releíamos las paginas rosadas al final del diccionario, encontré una frase muy simple, muy corta, que se grabó en un instante y para siempre en mí. Estaba escrita como esas cosas que escribíamos cuando ciertas verdades nos iluminaban y nos oscurecían el alma. Un protocolo antiguo, una formula obsoleta, un gesto altruista y pretencioso. No recuerdo. Ni me importa. La hice mía por simple, por cierta, por clara, por oportuna. Por aparecer entre cientos o miles de frases en el momento exacto. Traducida y explicada. Una abreviación, tres letras, porque con eso basta. Aunque no sea una verdad universal, aunque sea refutable de mil modos. Una idea, un sentimiento, una consigna para bordar en el estandarte imaginario que protege y que inspira mis pasos, aunque no sepa donde voy.

Gris

Los hombres grises no son los hombres que habitualmente llamamos los hombres grises, seres alienados sin mas meta ni ambición que respirar día tras día, hasta que se cansan de respirar.

No, los hombres grises son otra cosa. Son esos que buscan preguntas en lugar de respuestas. No buscan saber La Verdad, sino que simplemente quieren entender, aunque sea algo, aunque sea un poco. Existen, son pocos, pero existen. Viven dudando, pero no confusos, ni perdidos. No sufren por no saberlo todo, por no vivirlo todo, por no tenerlo todo.

Indefinidos a fuerza de voluntad, pero únicos en si mismos. Tibios, moderados, grises.

Son habitantes de la frontera entre una cosa y su opuesto, entre una cosa y otra, aunque no sea su opuesta. Y esa frontera a veces es una linea. Y hacer equilibrio en esa linea es muchas veces agotador, y pasa a veces, que los hombres grises dan un paso a un costado, a cualquier costado y toman color, y viven felices o tristes, según pinte la ocasión.

Los hombres grises no dejan de sentir, porque son seres humanos al fin y al cabo. Van, como pueden, entre la Tristeza y la Alegría, entre la Desesperación y la Calma, entre la Duda y la Certeza, aceptándolas y negándolas. Ser gris requiere un esfuerzo cotidiano, y casi nadie es gris toda la vida, ni mucho menos. Por definición, no es una condición definitiva. Ser gris es una condena y una gracia. Y uno no sabe si amarlos u odiarlos.

Yo no sé si soy un poco grisácea. A veces quisiera serlo. A veces quisiera no serlo. Ciertas cosas me pintan, a veces, el corazón, el cuerpo, la cara, y se siente más que bien y no puedo creerlo. Pero hay lluvias fuertes que tienen esa capacidad de disolver todos los colores, incluso los que se han adentrado mas profundo en mí. Entonces, cuando el agua cae con tal violencia, vuelvo a ser gris, hasta que pase el aguacero. Vuelvo a ser gris, porque sino, desaparezco.

Tiempos

El 12 de enero del 2008 cumplí 31 años. Me gustan los números impares, aunque mi cumple impar siempre sea en un año par por haber nacido en 1977. Es cuestión de gustos, no más. Y dando un vistazo atrás, cualquiera diría que me gustan las asimetrías. Que el desequilibrio me mantiene despierta, aunque sea simplemente para no caer. Que la estabilidad es una meta que busco con poco ímpetu. (Y puede ser que sea, al menos por el momento)

Se equivocaba la paloma (?)

Dice Maggi (un personaje de Piglia),  que Tardewski (otro personaje) dijo, citando a Kant: “La paloma que siente la resistencia del aire piensa que podría volar mejor en el vacío.”

Piglia agrega, en la voz de Maggi, que es en ése telar de falsas ilusiones donde se tejen nuestras desdichas..

ref: de «Respiración Artificial», de Ricardo Piglia.

Distancias (miles de kilómetros, miles de años después)

Mi mente me advierte,
m
i corazón se confunde,
mis manos dudan,
m
i piel te reclama,
m
is labios te buscan.

Y yo te encuentro,
con tus labios que me buscan,
t
u piel que me reclama,
t
us manos que dudan,
t
u corazón confundido.

Y tu mente que te advierte:
¡esta vez será diferente!
(amén)